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19 diciembre, 2024
PRESENCIA DE MICHOACÁN

Riesgos de la sucesión; una encuesta superflua; y los presidenciables que faltan

 

Por Javier Lozano

Hace unos días se volvió a encender el proceso de la sucesión presidencial adelantada. De hecho, a estas horas, todavía continúa el tema debido a las circunstancias en cómo se han dado los pronunciamientos desde Palacio Nacional.

Tanto ha sido la proyección- que los propios titulares, lo mismo que los analistas han ido arrojando nuevamente sus conclusiones y, sobre todo, una lectura de lo que piensan parece estar claro que, de aquí a qué comience el proceso interno de Morena, será un asunto recurrente que ya deberíamos tomarnos como un tema de la agenda nacional. Coincido.

Por tal motivo, no hay que seguir sorprendiéndonos: el presidente López Obrador prepara el terreno y genera las condiciones para el periodo sexenal que viene. En cierto que eso ha generado expectativas, pero también es verdad que propicia incertidumbre y controversias por la crisis interna que esto puede ocasionar.

Esta fuerte presión se agudiza y se vuelve un clima tenso que, si no se conduce con responsabilidad, puede en un momento ocasionar grietas de quienes aspiran legítimamente a un proceso de participación presidencial, puesto que sale a la escena un mecanismo de definición que jamás ha tenido claridad para actuar con apego- ya que ha sido demasiado ambiguo e injusto. Hablamos del método de la encuesta que, a juicio de la inmensa mayoría, se volvió un ejercicio desgastado y cuestionado porque ha otorgado espacios y candidaturas a quien no lo merecen.

Resulta demasiado claro el caso del ahora senador Cristóbal Arias Solís en Michoacán. Él, en estos momentos, debería estar despachando en palacio de gobierno de aquella entidad. Había dominado 42 encuestas previas con un margen holgado entre los aspirantes internos; no existía nada que pudiera tumbarlo de la cima, más que una determinación de la naturaleza que pasó. Perdió la “encuesta” de Mario Delgado, quienes se inclinaron por Raúl Morón. Una afrenta y un golpe a la democracia.

Casos como esos hay infinidades en la lista de una encuesta que ha sido la discordia porque todo tiene menos ser democrática.

Y recordemos lo que pasó en 2018 para el abanderado (a) para jefe de la Ciudad de México. Fue un caso similar: el puntero arrasó en las encuestas previas, sin embargo, se inclinaron sorprendentemente por Claudia Sheinbaum en un momento donde los presagios a priori daban otros pronósticos y una lógica que sería otro el candidato.

Esa posición ha sido clave para que la jefa de gobierno de la Ciudad de México esté allí, en la baraja de presidenciables. Ese es un hecho- hasta cierto punto natural. Quién gobierna toda esa geografía es, en automático, un aspirante a buscar la silla presidencial por lo que representa el centro del país, y sobre todo la cantidad de habitantes.

Es cierto que la Ciudad de México es una plataforma o trampolín, pero eso no garantiza en nada la competitividad del perfil.

A pesar de ello, el propio mandatario ha nombrado a Claudia Sheimbaun en varias ocasiones. Asimismo, esbozó el nombre de Marcelo Ebrard, canciller de México. Y, en esa lista de aspirantes, llegó el secretario de Gobierno, Adán Augusto. Todos ellos, son cercanos al presidente López Obrador; no podemos cuestionar esa parte- porque son representantes de la 4T. No obstante, falta un perfil que, desde hace muchos años, se ganó la oportunidad de estar en el mapa de los presidenciables de Morena.

Al hacer mención del proceso que habrá en 2024, tenemos que ser, en el papel, serios y puntuales para reconocer que, en ese mapa de posibles concursantes a la silla presidencial, hace falta un actor que no ha nombrado el presidente López Obrador. Por esa razón, se justifica que los aspirantes levantaran la mano; se vieron forzados a realizar un destape- porque hay justificaciones de sobra. Ricardo Monreal está en esa lista de competidores con Morena. Se lo ha ganado.

Finalmente, el tema de la sucesión presidencial se encuentra en un punto prematuro por las fechas, pero en su máximo clímax político por cómo se han dado las circunstancias en Palacio Nacional. Además de ello, será muy interesante la postura que se tome en torno al proceso de selección. A nadie le gustaría, por más que se insista, aceptar una designación directa presidencial. Qué exista competencia, pero que sera transparente, clara.

De lo que se trata es de que partícipe el mejor.

En un proceso donde hay una incipiente democracia, sería bueno que Morena tome en cuenta otras alternativas de designación. La elección primaria es, por mucho, una alternativa que no dejaría margen a la especulación y a la zozobra.

Sería, entonces, el ejercicio más acertado que la dirigencia y los órganos colegiados del partido deben ponderar, sobre todo porque, en el papel, el presidente López Obrador dejará la Presidencia y permanecerá en descanso en su rancho sin los reflectores. Él lo ha dicho, se retira de la política. ¿Qué pasará en la vida interna del partido sin él? Si desde este momento no existe apertura en un futuro lejano, la expresión guinda puede estar condenada a lo que pasó con el PRD.

 

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