Por Javier Lozano
Por cualquier ángulo que lo vean el gran ganador es Morena tal y como lo revelan los resultados. En cambio, a pesar de las sonrisas fingidas- el gran perdedor es el PRI– que sigue cuesta abajo, sobre todo porque pierden Oaxaca e Hidalgo.
Y es que como habían anticipado las encuestas de distintas instituciones, el gran ganador de la elección es el partido de Morena. De hecho, cuando las casillas se cerraron comenzaron a circular algunas versiones extraoficiales, no obstante, antes de que dieran las 20:00 horas se hizo más evidente el triunfo virtual del partido guinda en entidades como: Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas, que lleva ventaja de acuerdo al PREP hasta el cierre de esta columna.
A pesar de los intentos de inhibir el voto en algunas casillas y de la evidente operación para inclinar la balanza el vencedor es Morena. Eso lo adelantó un número importante de casas encuestadoras de prestigio; pero mejor aún, el termómetro social que midió el pulso de la sociedad se dejó sentir a favor del lopezobradorismo en la mayoría de entidades.
Entonces, algo similar a lo que pasó en 2021, el gran triunfador es Morena porque tiene en sus manos más entidades y, con ello, mayor capacidad para imponerse en Estado de México y Coahuila que en 2023, celebrarán elecciones para renovar jefe del ejecutivo estatal.
Y es que, si medimos el efecto que sigue produciendo el presidente López Obrador, nos daremos cuenta que es prácticamente un hecho que siga conquistando territorios, sobre todo con mayor probabilidad porque pone contra las cuerdas a la propia oposición no sólo por su limitada capacidad de reacción ante el tsunami de Morena, sino por la credibilidad nula que tiene PAN, PRI y PRD.
Lo que también es un hecho es que debemos reconocer aquellos perfiles experimentados que auguraron, pero, sobre todo- que intuyeron perfectamente el clima de la elección, especialmente en una competencia en la que se dieron las condiciones apropiadas para la expresión guinda a pesar de la hostilidad y guerra propagandística que circuló en estados como Hidalgo, Aguascalientes y Durango.
Lo cierto es que ese vaticinio resultó tal y como lo mencionaron las voces experimentadas del movimiento lopezobradorista. Y qué razón tuvo el coordinador de los legisladores de Morena en la Cámara Alta: “será el Presidente Andrés Manuel López Obrador y no los candidatos de Morena, quien atraiga los votos en las elecciones donde se renovarán seis gubernaturas el próximo domingo”.
Hoy, hay mérito de los candidatos de Morena que resultaron ganadores, sin embargo, no podemos negar que parte de ese arrastre se debe al efecto López Obrador y al gran trabajo que ha hecho conjugado con la plataforma o columna vertebral que constituye en legislativo federal al cambiar o, mejor dicho, dar un giro a la transformación al ofrecer un esquema de Leyes y Reformas Constitucionales que son el pulmón que alimenta al país de estabilidad y equilibrio.
Además de que se convirtieron en un aliado incondicional de la política lopezobradorista, han sacado la casta en los momentos de mayor tensión.
Con esas circunstancias de Morena, y con los pronósticos a favor del partido en las entidades de Coahuila y Estado de México en 2023, la expresión guinda tiene todo para quedarse nuevamente con la presidencia si hay unidad y transparencia en las reglas de participación.
A pesar de que Morena puede trazar perfectamente una estrategia con más de 20 estados en sus manos, tiene que garantizar un mecanismo en el que exista, además de confianza, plena conformidad de todos los presidenciables para no dar un paso a la fragmentación y la división de cara al momento de la definición. Esperemos que no sea el caso y que, con responsabilidad, tanto la dirigencia del partido como los perfiles a competir, tengan certeza de que el proceso será transparente.
Con esas condiciones a favor, y con un mecanismo democrático y sin simulaciones en la designación del perfil, entonces sí: se abre la puerta nuevamente para otros seis años en Palacio Nacional.
Notas finales
Tras treinta años de haberse perpetrado uno de los fraudes más desaseados de la historia contemporánea en los ejercicios de elección, el presidente López Obrador recordó la maquinación de los comicios que se vivieron en Michoacán: cuna del Frente Democrático Nacional. En ese punto, destacó la trayectoria política de Cristóbal Arias Solís, que encabezó la lucha democrática en el territorio Purépecha ante la imposición de Eduardo Villaseñor.
A Cristóbal Arias le arrebataron la gubernatura de Michoacán. Él ganó. Sin embargo, se impuso una maquinaria y, en una elección de estado, robaron los comicios a la vista de todos. Hubo irregularidades desde la instalación de las casillas, intimidaciones, acarreo, y una operación excesiva de personas ajenas al ejercicio que jugaron un papel sesgado, pero al final determinante a favor del abanderado del PRI.
Fue un fraude monumental, incluso el presidente López Obrador recordó esa situación en la máxima tribuna de Palacio Nacional apenas hace unos días.