Por Javier Lozano Gamiño
Para que los poderes de la nación tengan una coordinación de trabajo debe haber un respeto mutuo. En efecto, lo que acontece tanto en el legislativo, como en el ejecutivo federal, es un trato de cordialidad institucional que ha caminado por el cauce natural para construir un proyecto de transformación reflejado en un número importante de reformas constitucionales que hay que destacar en cuatro años de ejercicio, incluso, en el que ha imperado el consenso que ha resultado ser, hoy en día, un mecanismo infalible para unificar criterios e ideas.
Si bien hay acalorados debates como es la esencia natural de un recinto plural, los protagonistas del legislativo federal han defendido a capa y espada la autonomía que hay entre los poderes. Gracias a ello los temas no han pasado a la confrontación a pesar de lo complejo de buscar unificar una propuesta única.
Es evidente que la propuesta de seguridad que hoy en día se encuentra en trabajo de comisiones no será, llegando al pleno, una tarea sencilla; sin embargo, para poder construir una alternativa el propio líder de la fracción de Morena abrió el abanico para dialogar y abrazar la misma causa.
Por esa razón, no hay duda que será un debate intenso en el momento que suban el tema al pleno, sin embargo, es muy probable que se alcance un consenso, incluso cuando todavía hay resistencias de los senadores del PAN.
Eso justifica las visitas del secretario de Gobierno a la Cámara de Senadores, pero no para influenciar, sino para dialogar al mismo tiempo de mostrar un respeto mutuo. Y cómo no lo va hacer sí hay una pieza clave que sabe negociar y cultivar buenos resultados, especialmente por la coordinación con sus pares. Ese hombre conciliador es Ricardo Monreal que encara los asuntos con capacidad, nada de golpes bajos ni de insultos.
Eso lo reconoció el propio secretario de Gobierno ayer en comparecencia en el pleno del Senado de la República. De hecho, se esperaba una audiencia ríspida y asfixiante pues la propia oposición, especialmente la del PAN, amagó con manifestarse tal vez por todo el asunto que está en vísperas de salir adelante luego de aprobarse, como se anticipa, la modificación al marco constitucional en el tema de seguridad.
Aunque el secretario de gobierno vivió uno que otro momento incómodo pues no faltó quien lo increpó, el secretario de gobierno salió avante. De hecho, no debemos dudar que Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, debió allanarle el camino para que al titular de Gobernación le fuera lo menos mal posible.
Y quién mejor para ello que Ricardo Monreal que supo canalizar o, mejor dicho, intuyó que podía haber un cierto nerviosismo en el secretario de gobierno por la coyuntura que se avecinaba, especialmente por las reacciones de la propia oposición que, en muchas ocasiones, actúa a rajatabla y con fuerza, pero carente de conectar una narrativa atractiva para la población civil.
A pesar de ello, se notó la mano de Ricardo Monreal quien no dudó en meterle el hombro para aminorar la hostilidad- ayer en comparecencia, al propio Adán Augusto, el de la manzana de la discordia.
Y como en política amor con amor se paga, ojalá que Adán Augusto tome en cuenta las condiciones idóneas para comparecer que el propio senador Monreal le propició en la Cámara de Senadores.
Justamente pasó eso: Monreal le metió el hombro a Adán Augusto para allanarle el camino en la comparecencia de ayer. Más claro que el agua.