Redacción
Lo que hizo Layda Sansores no fue un acto espontaneo ni mucho menos una acción de un ejercicio plural, sino una clara violación a la Ley contra la libertad y privacía de las mismas. De hecho, su conducta cargaba con el dolo y la saña de golpear políticamente a Ricardo Monreal no sé si para ganarse el respeto de Claudia Sheinbaum, pero sí para generar condiciones favorables hacía ella.
Y ¿por qué Ricardo Monreal? Tal vez la jefa de Gobierno de la Ciudad de México no toleró la idea de que el presidente López Obrador le hiciera justicia al coordinador de los Senadores de Morena de reconocerlo- oficialmente- como aspirante presidencial de Morena. Fue como una manifestación al reconocimiento histórico del zacatecano que se ha ganado el derecho.
Eso pudo haber encendido las alarmas en el equipo de Claudia Sheinbaum que saben, por experiencia, que Ricardo Monreal es un hombre maduro, capaz de crecer como espuma en el posicionamiento, sobre todo porque suele sobreponerse de cualquier adversidad, incluso cuando el escenario parezca un laberinto sin salida. De hecho, le ha tocado vivir episodios muy duros como aquel momento histórico en que ganó la gubernatura de Zacatecas.
Superó todas las expectativas aun y cuando jugaba contra todo pronóstico y el todopoderoso poder del estado de aquel momento. Quizá por esa razón, Layda tuvo que actuar como personera de Claudia a su favor. De otra forma no hay justificación suficiente para explicar el hecho más que una estrategia para responder a la decisión que tomó el presidente López Obrador en el momento en que anunció a Ricardo Monreal en la baraja de presidenciables de Morena para el 2024.
Convertido oficialmente en un presidenciable de Morena- de viva voz del presidente Obrador- los reflectores giraron hacía Ricardo Monreal, es decir, no toda la atención será desde la tribuna presidencial para la jefa de Gobierno. Seguramente eso le molestó pues de lo contrario no comprendo- más qué de esa forma- la narrativa de Layda que es, hoy en día, una simpatizante de la aspiración de Sheinbaum.
Puede ser que eso precipitó buscar la manera de debilitarlo. Quién mejor que Layda Sansores que le ganan los impulsos por estar en los reflectores de la prensa. Sin embargo, esta vez las cosas tomarán un giro para poner en evidencia lo que parece es, hoy por hoy, un mecanismo de maquinación como el martes del Jaguar que expuso, hace unos días, una burda conservación que solo consiguió desnudar la farsa pues las capturas y su recreación habla del grado de intriga que intentó inyectar.
No servirá de mucho porque- hace unos días- Ricardo Monreal presentó una demanda contra el mal uso de las comunicaciones privadas, incluso sustentadas en el artículo 16 de la Constitución que establece que las comunicaciones privadas son inviolables, que la ley sancionará penalmente cualquier acto que atente contra la libertad y privacía de las mismas, excepto cuando sean aportadas de forma voluntaria por alguno de los particulares que participen en ellas.
Por esa razón, Layda Sansores tendrá que aclarar- muy pronto- con las autoridades correspondientes tanto el fin, como el material que publicó y apareció en su poder. Ojalá que la justicia no se deje llevar por el grado que ostenta como gobernadora.
La Ley debe aplicarse sin ninguna excepción, máxime cuando se atropella la constitución para fines políticos porque no debe haber ninguna diferencia ni trato preferencial a pesar de que sean servidores públicos.
Lo que no pensó Layda Sansores más allá de que su objetivo era perjudicar a Monreal que, con esa acción, meterá más al juego presidencial al zacatecano no sólo porque la razón está del lado del coordinador de los Senadores de Morena, sino por su acumulada experiencia y habilidad en temas de esta índole.
Tuvo razón el presidente López Obrador: el efecto boomerang levantó más el ánimo de Ricardo Monreal, y de pasó exhibió la guerra sucia que no abona a la unidad. En resumen, Layda no sólo perdió el tiempo confiada en qué eso afectaría la aspiración presidencial del coordinador de los senadores de Morena, sino que lo fortaleció
Finalmente, no dañó, ni tantito, la intachable carrera política de Monreal; en cambio, paradójicamente lo metió más al juego sucesorio con el movimiento regeneración nacional.
¡Lo que no te mata te hace más fuerte!