Por Mario Ensástiga Santiago
Tras la marcha opositora al gobierno de la 4t del 13 de noviembre pasado y la convocatoria del presidente Andrés Manuel López Obrador a la movilización a celebrarse en la CDMX el domingo 27 de este mismo mes, la polarización política del país es la constante, su agudización se hace presente por todas partes, principalmente en los debates del Congreso de la Unión y la ocupación constante de los espacios públicos de los diferentes grupos sociales y políticos para manifestar su posición frente a los principales problemas que tenemos en México.
Aun cuando Andrés Manuel López Obrador ha insistido que la marcha será para celebrar el cuarto informe de gobierno por los récords históricos que se han batido por el gobierno de la 4t, que no habrá acarreados, porque la gente está contenta y tiene el respaldo del 70% de los mexicanos, si bien esto es cierto, también sabemos que no deja de ser una clara respuesta política a la marcha del 13 de noviembre y al constante golpeteo de los grupos económicos y políticos más conservadores y opositores a la presente administración gubernamental del país.
No hay la menor duda de que la movilización convocada por AMLO será espectacular y festiva de un Zócalo y principales calles de la CDMX pletóricas de sentimientos lópezobradoristas, como lo fue en el tercer informe de gobierno, que quedó en claro las principales características de la segunda mitad de su gestión gubernamental, al afirmar sin rodeos que “no son tiempos para la medias tintas, no se puede quedar bien con todos, ser de izquierda consiste en pelear con principios, de ser auténticos y hablar con la verdad, con esto se puede enfrentar exitosamente a los conservadores”.
A pesar de los grandes rezagos, obstáculos y oposición de los conservadores y ultraderecha mexicana ligada a la internacional, ¡la 4t va en marcha!, ciertamente no a la velocidad y eficiencia que el pueblo de México necesita, pero va, las políticas públicas sociales y económicas lentamente se estabilizan y recuperan bajo la consigna de “por el bien de todos, primero los pobres”.
Los falsos llamados a la reconciliación y acuerdos políticamente son correctos, pero inviables en los hechos en los actuales tiempos del necesario y obligado debate y disputa del proyecto de Nación de México, entre dos grandes bloques políticos y económicos absolutamente antagónicos; para la 4t la acción reconciliatoria no es una opción, porque sería declinar a los avances limitados si quiera que se han tenido hasta ahora del desmontaje del viejo régimen neoliberal.
Los actuales tiempos políticos son por demás complicados, lo que sí definitivamente debemos promover y esperar es la verdadera confrontación de la disputa de las ideas sobre el proyecto de Nación, sea de forma civilizada y pacífica por más cruenta que ésta sea; en una esquina el bloque de la 4t que afirma que por el bien de todos, primero los pobres y en la otra esquina el bloque conservador, sin decirlo clara y abiertamente, pelea por el bien de todos, primero los desplazados de su privilegios obtenidos durante las últimas décadas a costa de las pobrezas materiales de la mayoría del pueblo
La gran movilización nacional de los que respaldan la 4t, será una pequeña muestra de apoyo a Andrés Manuel López Obrador, los mítines y marchas efectivamente no votan, tampoco las encuestas, pero son indicadores claramente diferenciados en cuanto al rechazo o simpatías políticas hacia un gobierno que repercuten en las contiendas electorales; en ese sentido es claro y objetivo que pese a todo, AMLO sigue gozando de más del 60 por ciento de respaldo popular a su gobierno, si bien es cierto que el pueblo no es tan bueno y tan sabio, definitivamente no es tonto como consciente colectivo.
No albergo dudas de que AMLO actúa de buena fe, como ningún otro presidente de México después del general Lázaro Cárdenas del Río; ciertamente no ha podido avanzar todo lo que él pensaba y deseábamos, pero, sin duda, ha demostrado sobradamente firmeza, inteligencia política, convicción y compromiso ante los grandes problemas del México moderno; sus políticas públicas y estrategias no son aceptadas desde luego y, por supuesto, por los conservadores y neoliberales, por la compleja y simple razón de que afectan sus interés económicos, políticos y privilegios.
AMLO ha demostrado su gran capacidad movilizadora del pueblo, con dinero y sin dinero, desde la oposición en sus primeros años de participación social y política en Tabasco, posteriormente como Jefe de Gobierno en la CDMX y a nivel nacional, por ejemplo, la Marcha del Éxodo de Tabasco a la CDMX de noviembre de 1991 a enero de 1992, por los fraudes municipales en aquella entidad; las grandes movilizaciones ante el fraude que le hicieron por la Presidencia de la República en el 2006, las concentraciones y marchas más grandes en la historia de México, como la Tercera Asamblea Informativa del 30 de julio del 2006, previa a la construcción de la Convención Nacional Democrática que logró la asistencia de cerca de 2 millones de ciudadanos; la organización del plantón que duro 48 días en el Zócalo y, en buena parte, de la avenida Paseo de la Reforma de la CDMX, y varias grandes concentraciones de más de medio millón de personas en el mes de septiembre del 2006.
Finalmente,no puedo olvidar lo que me dijo un compañero campesino de la Tierra Caliente de Michoacán, cuando en confianza le externé mi preocupación en la carpa de Michoacán del plantón del Zócalo, por las inconformidades que pudieran generar a la ciudadanía la ocupación del Centro Histórico de la CDMX y el emblemático Paseo de la Reforma en el 2006, la respuesta para mí fue lapidaria y contundente, que ahora recuerdo gratamente y reivindico, me dijo “que no te pegue anímicamente lo que piensen los del dinero, los de los privilegios y comodidades, los débiles de espíritu democrático, preocúpate por lo que diga la gente que no tiene que comer, que no tiene esperanzas y posibilidades de un mundo mejor, de una vez que le salga punta o se achate esta chingadera”.