La quinta ola de la pandemia de Covid-19 en México, que surgió con la multiplicación de contagios a principios de año por la subvariante ómicron, comienza a remitir y, de acuerdo con la Secretaría de Salud, registra ya cuatro semanas consecutivas con una baja en casos, hospitalizaciones y decesos. Este fue el marco en el que tras dos años y medio de suspensión, los estudiantes regresaron a clases presenciales en la UNAM.
Como reflejo de esta disminución, en la Ciudad de México, uno de los focos de la crisis sanitaria por su elevada población, el número de pacientes hospitalizados entre el 10 de julio y el 8 de agosto se redujo de 649 a 420, pese a que en lo que va de este año se han presentado los tres meses con más contagios de coronavirus de toda la pandemia en el país, durante los pasados enero, febrero y julio. En otras entidades, como Nuevo León, la tendencia que reportan las autoridades es similar.
Habrá que recordar, como en las cuatro olas anteriores, que no puede descuidarse la guardia y que la emergencia aún no termina, no obstante este panorama alentador, cuyas lecciones deberán considerarse frente a nuevos desafíos en materia de salud como la viruela del mono. Por lo pronto, existen además temas relacionados con el manejo de la pandemia que necesitan aclararse, como la adquisición de ventiladores por el Insabi y el empleo de recursos del Conacyt para la fabricación de esos mismos dispositivos, mientras más de 10 mil proyectos de esa institución quedaron “tirados” al extinguirse los fideicomisos de ciencia.
