Escribe: Javier Lozano.
Estamos a escasos días para que se determine al coordinador de la defensa del voto. De hecho, la evaluación final se anunciará el próximo 6 de septiembre, fecha que la dirigencia nacional de Morena definirá el destino de quien será, no hay duda de ello, el futuro Presidente de México, pues las mismas encuestas de opinión pública han fundamentado ese hecho. De ese modo, el panorama es muy claro para la transición política que viviremos en unos meses más. Al mismo tiempo, se jugarán nueve entidades federativas y, con ello, los espacios en ambas cámaras legislativas.
Hasta el momento, Morena domina las elecciones en los distintos puntos del país. De hecho, la ventaja en algunos Estados claves ha ido en ascenso. Con esto, es muy probable que el tsunami que atestiguamos en 2018, viva una fase semejante el próximo año que habrá elecciones. En Chiapas, por ejemplo, la distancia con la que arranca el lopezobradorismo es, en el mes de agosto, de más del 48% de la intención de voto. Incluso, falta sumar el porcentaje que jalan los aliados. Es decir, PVEM y PT.
Y ya que hablamos de los mecanismos que han comenzado a medir el termómetro social, hay una lista larga de aspirantes y, en medio de esos nombres, solo figura el de Eduardo Ramírez, coordinador de los senadores de Morena en la Cámara Alta. De hecho, si comparamos el porcentaje o las estimaciones entre aspirantes de Morena, el líder de la fracción mayoritaria tiene, de acuerdo con la metodología de Demoscopia Digital, una ventaja de más de 30 puntos, considerando que Zoé Robledo, titular del IMSS, está fuera de la contienda. Supongamos que ese voto se divide entre los demás suspirantes; aún así, Ramírez lograría capitalizar esas simpatías tomando en cuenta el grado de popularidad y, lo mejor de ello, el momento clave que vive como presidente de la Junta de Coordinación Política en el Senado de la República.
No faltará la presión que ejerzan los demás aspirantes, sin embargo, es técnicamente imposible revertir un porcentaje como el que lleva Eduardo Ramírez. Ese criterio, claro está, es el mejor juicio del clima que se vive en Chiapas. Y no solamente domina las encuestas que han salido a la luz pública, sino también el contexto y el trabajo de campo. Se habla, de hecho, de un fenómeno social ya consagrado como político. En efecto, han pasado más de tres meses desde que Ricardo Monreal solicitó licencia y, el mejor escenario que anticipamos, era la llegada de El Jaguar, que, a grandes rasgos, se ha definido como un hombre conciliador con las distintas fuerzas que integran el pleno.
De ahí que su figura tomó más impulso para llegar más sólido al proceso interno de Chiapas por la gubernatura. Los más de 30 puntos de ventaja, de acuerdo con Demoscopia Digital, son un gran soporte y, de paso, la prueba más contundente que, en este momento, responde muchas incógnitas. Una de ellas, claro está, las razones que existen para ir descifrando lo que acontecerá: Eduardo Ramírez será el próximo candidato de Morena, y futuro gobernador de la entidad enclavada en el sur del país. Incluso, Demoscopia no ha sido la única metodología que justifica esa hipótesis, pues, circuló una ponderación en El Heraldo.
Como se sabe, la metodología de Poligrama tiene un muestreo que pone a la cabeza a Eduardo Ramírez en la contienda interna de Morena. Es el mejor retrato y la prueba irrefutable de lo inminente. Así que, no hay duda de ello, llegará el momento para convertirse, primero, en abanderado y, a la postre, en jefe del Ejecutivo estatal de Chiapas. O sea, el gobernador constitucional.
Mientras ese momento llega, Eduardo Ramírez, coordinador de los senadores de Morena, sigue construyendo las condiciones. Este fin de semana estuvo en Chiapas, y, como es una costumbre, el evento fue masivo, pues El Jaguar, en aquella entidad, es un fenómeno socia