Por Javier Lozano
En el estado de Michoacán Morena atravesó por una turbulencia debido a la inestabilidad de los comités anteriormente constituidos. Era un desequilibrio porque no había, de entrada, un órgano de dirección que tomase las riendas del partido, al menos con liderazgos para organizar a los cuadros, bases y militantes.
A raíz de ello, tuvo que ser la propia dirigencia Nacional que encabeza Mario Delgado la que tomará una determinación con plena legalidad y apegado a las normas internas del CEN de Morena. Fue, entonces, una decisión legítima cuando se formalizó la designación de Giulianna Bugarini al frente del órgano político del estado de Michoacán.
Así, la fundadora de la expresión guinda recibió, de manos de la dirigencia Nacional, su nombramiento como delegada en funciones de Morena en Michoacán.
De hecho, de manos del propio Mario Delgado se refrendó el apoyo del control del instituto político en la entidad. Con ello, vino un trabajo de organización, pero sobre todo de planeación para seguir manteniendo el gran respaldo que la población civil ha manifestado luego de años de lucha que encabezó el ahora presidente López Obrador.
Debido a ello, el resultado en el estado ha tenido efectos favorables: Giulianna Bugarini tiene esa capacidad de cohesionar nuevamente a las estructuras del partido; no sólo recorre la geografía del estado con una dedicación significativa que conlleva tiempo. Lo más destacado es que se ha entregado al máximo en este reto mayúsculo.
Eso ha tenido mucho sentido- porque la propia militancia reconoce el factor liderazgo que promueve Bugarini. Sin embargo, han existido circunstancias que han tratado, en estas últimas semanas, de intentar confundir a los simpatizantes de Morena en la entidad. Se ha formado una especie de grupo disidente que ha mostrado su descontento con el CEE, pero igualmente con la dirigencia que encabeza Mario Delgado.
Lo cierto es que, más allá de pregonar con la bandera de la democracia y la pluralidad, no han tenido la suficiente elocuencia ni mucho menos el protagonismo para movilizar a las bases del estado. A diferencia de la legítima dirigencia plenamente constituida por el Comité Ejecutivo Nacional que encabeza Giulinna Bugarini, se nota una gran diferencia en la capacidad de convocatoria, sobre todo en eventos públicos y, por supuesto, en acciones de defensa del proyecto de la Cuarta Transformación.
Éste otro grupo manifiesta un vacío no sólo de liderazgos, sino de legitimidad, máxime porque la supuesta designación de los que se hacen llamar “órgano de dirección del partido local”, no tienen el reconocimiento. Sería cuestión de tiempo para que esa expresión se desinfle en el camino ya que su consigna, hasta ahora, ha fracasado en el intento.
Más allá de todo eso, hace bien la líder estatal de Morena en Michoacán, Giulianna Bugarini en no confrontarse. Considero que, gran parte del éxito que ha tenido hasta ahora, se debe a la capacidad de construir puentes de interlocución con los cuadros al interior del estado.
De hecho, hasta éste instante, las mismas circunstancias de legitimidad dan el reconocimiento de las estructuras de todo el estado a la fundadora del partido.
En pocas palabras, hay una enorme diferencia entre el trabajo de una dirigencia y otra que, dicho sea de paso, no tiene el reconocimiento. No obstante, repito, la delegada en funciones, Giulianna Bugarini está plenamente validada y legitimada por el CEN de Morena que encabeza Mario Delgado.
Más claro que el agua.