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19 diciembre, 2024
PRESENCIA DE MICHOACÁN

Hay piso disparejo en Palacio Nacional

Por Javier Lozano

Nadie de los que votamos por el presidente López Obrador en tres ocasiones- le podemos cuestionar su trabajo encabezando al gobierno de la República. Su aliento para enfrentar la enorme crisis que heredó de la pasada administración no es tarea sencilla. En plenitud, ha hecho una labor muy buena al frente; ha logrado avanzar en erradicar el lastre de la corrupción resolviendo, de tajo, el derroche de dinero de aquel recuerdo del viejo sistema político mexicano en la que el dispendio era el pan de cada día.

No tengo duda que una vez que termine su gestión será recordado como uno de los mejores presidentes de México; más si se trata de la democracia en un universo donde las instituciones han sido fundamentales para el desarrollo social. Empero, para que en un futuro el gobierno preserve la esencia de la democracia, tiene que dar cabida al juego parejo presidencial y disolver, de una vez por todas, la praxis de la vieja herencia de resolver la designación de la silla del poder con una determinación en la mesa.

Y es que, a raíz de ello, todo gira en relación al proceso de la sucesión presidencial en el momento en que el presidente decidió dar el banderazo de salida. Por esa razón, la carrera se intensificó no sólo en la presencia y posicionamiento de los aspirantes en los medios de comunicación, sino también en los actos de campaña que llevan a cabo en las entidades. Se vale, siempre y cuando se cuide el marco de la ley electoral y no caigan en provocaciones ni guerra sucia con el fin de intentar poner contra las cuerdas a los rivales.

Dado que la elección presidencial está abierta, todos aseguramos que la carrera por la silla presidencial se reconoce por la intensidad de los hechos. Pese a que nadie puede evitar esa situación, sería fundamental que tanto Morena- como el propio presidente López Obrador- brinden las condiciones de equidad. De hecho, ha trascendido que el mismo mandatario está de acuerdo en las giras que realizan los aspirantes a competir en 2024, pero sin incurrir en actos deshonestos ni mucho menos echar andar el recurso destinado a otras acciones institucionales.

Entonces, si el presidente se pronunció a favor de posicionarse en las entidades, también sería fundamental manifestar la igualdad de condiciones a todos los aspirantes. Quizá esa sea la gran diferencia que ha marcado en la sucesión presidencial; las circunstancias son desiguales cuando hablamos en la proyección de imagen. Es cierto que hay momentos en que la jefa de Gobierno tendrá que acompañar al jefe del ejecutivo federal, lo mismo que el canciller, y no se diga el secretario de gobierno.

Morena necesita “cancha pareja” en la sucesión presidencial

Sin embargo, se me hace excesivo el respaldo que le manifiesta el presidente López Obrador a la jefa de gobierno de la Ciudad de México. La decisión es del mandatario, pero eso ha dado pie a la especulación. Con esa sospecha de que es una de las preferidas, rompe cualquier margen de competencia equitativa, sobre todo bajo el vehículo de participación de Morena en el que, se supone, hay cancha pareja.

No obstante, eso no limita ni acota la probabilidad de que otros perfiles lleguen fuertes y embalados a la elección previa. Muchos dirán que los temas de las encuestas dan un panorama claro; sin embargo, así como han experimentado el ascenso, puede venir el descenso. Hay mucho tramo para que los aspirantes demuestren su capital político, sobre todo en momentos claves del proceso en el que hay que mantener un ritmo equilibrado y un nivel competitivo.

Hay quienes no saben sostenerse y dependen, en gran medida, de lo que el presidente López Obrador pueda brindarles desde la tribuna con su impulso. En cambio, veo perfiles que vienen luchando a contracorriente, incluso, sin el visto bueno de Palacio Nacional- enfrentándose a cualquier adversidad y, aun así, crecen en simpatía y popularidad.

Las mismas campañas de los gobernadores han sido el ejemplo más claro de a quiénes prefiere la población civil que los represente en la elección interna. Ha salido el nombre de Claudia, Marcelo y Ricardo Monreal. Este último con mayor mérito porque ha manifestado su intención a pesar de la inequidad de Palacio Nacional, que lo ha nombrado con un tono distinto de a quien sí parece mantenerlos en la competencia.

Pero eso ha sido de mayor mérito para el zacatecano que, paradójicamente, va en ascenso. Tal vez eso no lo calcularon en la sede de Palacio Nacional, quienes se mantienen con la postura de las “corcholatas preferidas”. Empero, la lucha por la candidatura apenas comienza; hay mucho camino por recorrer y, al parecer, quien demuestre más capacidad y oficio político será, en su momento, el favorito para quedarse con la candidatura, ya que habrá que doblegar a una coalición que aglutinará a cuatro partidos. (MC, PRI, PRD, PAN).

Por ello, el presidente no se puede fiar o, mejor dicho, confiar en personajes sin carácter, ni mucho menos elocuencia en el devenir político que dependen, a mansalva, de los mecanismos de apoyo de Palacio Nacional, sobre todo en el discurso emulado.

Lo que sí es un hecho es que, desde Palacio Nacional, no hay piso parejo en el instante en que, el presidente, se refiere a cada uno de los aspirantes. Los ha reconocido, si, pero no con el mismo ímpetu ni interés que cuando alude a otros presidenciables con el resto de los demás, y con un signo distinto.

Morena abandera las causas democráticas

Pocos se han atrevido a cuestionar esa situación desde adentro del movimiento. Sería bueno que lo hicieran porque Morena es una expresión que abandera las causas democráticas y se vale levantar la mano para participar. También es válido disentir las reglas de participación que, por cierto, han quedado a deber en el tema de las encuestas. Y vaya que mucho.

Un buen gesto democrático del presidente sería brindarles la misma tribuna a todos, sin excepción.

 

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