Por Juan Pérez Medina
La grave situación de una escuela Secundaria en Jiquilpan.
Hay una escuela secundaria en Jiquilpan que es ejemplar. Durante muchos años fue considerada como la de menor prestigio. Si al final no te quedabas en otras, esa escuela era el premio de consolación. Había pocos alumnos y, por lo tanto, contaba con poco personal. Pero tuvo la suerte de recibir al maestro Luis Reyes Zavala que por ascenso llegó de la escuela Secundaria federal de Sahuayo. Con sus conocimientos y experiencia pronto se ganó el respeto de sus compañeros quienes mejoraron su desempeño y la colaboración entre ellos. En pocos años la escuela fue ganándose el reconocimiento de la comunidad jiquilpense y, con ello, vino un permanente crecimiento de la matrícula escolar. La gestión del colectivo docente liderado por Luis reyes Zavala hizo que la escuela mejorara su infraestructura que hasta antes de su llegada era limitada y desastrosa. La escuela cambió también su aspecto y comenzó a competir con el resto de las consideradas mejores. Pasados unos años, Luis Reyes se jubiló y a su relevo llegó por ascenso la profesora Judith Diéguez González a ocupar la dirección de la escuela en un reto mayúsculo ante el desempeño del director anterior.
Habría que mencionar que tanto Luis Reyes como Judith Diéguez son producto de la misma estirpe: maestros fundadores destacados del movimiento magisterial en la entidad. Ambos fueron dirigentes de sus regiones cuando el movimiento magisterial emergió en 1989 y destacados cuadros sindicales. Judith Diéguez en Zamora y Luis Reyes en la Ciénega de Chapala. Y lo menciono porque es necesario destacar la conducta ética de ambos y el compromiso con la defensa de la educación pública y los derechos de los trabajadores, forjada en la lucha de los maestros en aquella primavera de 1989 y hasta el año 2000.
En su nueva etapa, con la maestra Judith Diéguez al frente de la dirección de la escuela secundaria de referencia, se consolidó el colectivo docente y mejoró notablemente la colaboración entre todo el personal. La escuela asumió la necesaria resistencia a las políticas neoliberales en materia laboral del gobierno de Enrique Peña Nieto y, sobre todo, a las propuestas tecnocráticas en materia educativa que se han venido impulsando hasta hoy.
Con la conducción de la nueva directora, la escuela siguió fortaleciéndose internamente y mejorando el desempeño del colectivo escolar docente y, por consiguiente, de sus maestros. Hoy en día, ese trabajo innovador y constante les ha ganado un lugar preponderante en Jiquilpan al grado de tener que negar el ingreso de nuevos alumnos a la Institución año con año, ante la falta de personal docente e infraestructura escolar (salones).
En 2014, tanto por el crecimiento natural, como por los movimientos de personal que hicieron que varios maestros se fueran por cambio a otra escuela o por ascenso, quedaron más de 150 horas sin cubrir en diferentes asignaturas. Desde entonces, el colectivo escolar ha venido asumiendo la atención a los grupos que no cuentan con maestros y, a seis años de estar cubriendo horas y grupos sin salario alguno, ni la designación de nuevos maestros, con el apoyo de los padres de familia, los trabajadores pararon las actividades para exigir que les sean pagadas las horas que tienen seis años trabajando y, al mismo tiempo, que les sean regularizadas.
La Secretaría de Educación irresponsablemente ha dejado correr por años este problema y, además, habría que decirlo, no sólo se ha desentendido, sino que, incluso, lo ha complicado.
Apenas en el mes de mayo, la actual secretaria de educación, Yarabí Ávila González estuvo en la escuela y conoció de esta situación con detalle, comprometiéndose a resolverla. Pero los meses han pasado y no existe evidencia alguna, por mínima que sea, de que esto vaya a pasar. Los maestros y padres de familia se han visto obligados a movilizarse ante la falta de respuesta de las autoridades. Han tocado todas las puertas posibles sin éxito. Vueltas y vueltas a Morelia planteando lo mismo y nada. Existe un apilo de oficios y solicitudes enviadas al y a la titular de la Secretaría de Educación, a la y el subsecretario de educación Básica, al director de educación Secundaria y al Subdirector de Educación Secundaria general que de nada han servido. Todos están enterados de la situación y ninguno hace lo que debe.
El problema aquí no es sólo la indolencia de las autoridades (antes las de Silvándalo como ahora las de Ramírez Bedolla), sino un asunto que va más allá de la simple voluntad para actuar con responsabilidad; se trata de un sistema educativo superado por sus problemas y sin ideas, ni estrategia de cómo regularizar su funcionamiento sin atentar contra los derechos y logros ya alcanzados de los trabajadores y garantizando el derecho a la educación de niños y jóvenes.
El problema central está en la corrupción galopante que lo engulle todo, incluidos aquellos que llegan con buenas intenciones, pero sin las facultades políticas necesarias para hacer lo que se necesita. Si no se atiende este grave problema nada bueno saldrá de esta administración. Ya andan en la entidad los corredores para la venta de plazas, solicitando clientes con un anticipo de 60 mil pesos. Su argumento es que pronto ingresará un listado de plazas y horas en acuerdo con las autoridades educativas y ahí se pretende colocar a los clientes compradores. Los ofertadores forman parte de las dirigencias de los grupos sindicales actuales, tanto rojos como azules y naranjas.
Las autoridades educativas a un año de gestión nos han demostrado que carecen de ideas, plan y estrategia para parar la maquinaria de la corrupción y la injusticia. ¿Cuánto tiempo más habrán de esperar los maestros de la escuela secundaria de Jiquilpan para que se haga lo que se debe y se resarzan los 6 años de trabajar sin pago? ¿Si los maestros dejan de atender las 150 horas sin maestro asignado, la escuela se ve afectada y vendrían consecuencias que hasta ahora se han evitado? ¿A eso le apuesta la SEE?