La encuesta: la otra cara
° Morena debería priorizar un nuevo mecanismo de elección, ya es momento.
Por Javier Lozano
Es la cuarta ocasión que abordó el tema de la encuesta en este espacio de reflexión. Me pareció prudente luego de conocer algunos detalles del registro de aspirantes para ocupar la candidatura en las próximas elecciones del 2022 donde, Morena, es el gran favorito para ganar 5 de 6 entidades de acuerdo con los estudios de opinión anticipados.
Y para conocer algunas peculiaridades, no me causó estupor el numeroso grupo de hombres y mujeres que se registraron en el mecanismo de selección de Morena a través del Comité Ejecutivo Nacional; en particular, me llamó poderosamente la atención el estado de Hidalgo donde más de 50 suspirantes se mantendrán a la espera del resolutivo final para estar al tanto del abanderado.
Imagine usted la cantidad de solicitudes y documentación. Es válido porque, se supone, hay pluralidad y democracia en los instrumentos metodológicos, sin embargo, me parece una exageración. Honestamente la inmensa mayoría de esos aspirantes ni en su casa los conocen; desde la perspectiva de arrastre y poder de convocatoria más de la mitad no garantizarían, a pesar de la marca del partido, votos a la causa de la expresión lopezobradorista.
Esto ha dado pie a que, el desarrollo de la encuesta se convierta en un mecanismo de sometimiento hacia los candidatos que realmente tienen una oportunidad inmejorable. Se trata de un ejercicio o una práctica política para negociar o posicionarse en puestos de primer nivel; muchos se anticipan para promover su imagen, pero no son capaces, al menos en un proceso democrático, de potencializar la competitividad.
Mario Delgado podrá decir que en Morena manda el pueblo. Quizá tenga mis dudas: aún tengo presente la ignominia que sufrió Cristóbal Arias en Michoacán cuando ganó 42 encuestas a priori y perdió la definitiva en Michoacán. Al mismo tiempo, no hubo coherencia en Guerrero y Chihuahua.
Otro aspecto que permeó fue la poca transparencia o, tal vez, nula. Probablemente si las metodologías o los resultados fuesen publicados habría más certeza al cumplir con el objetivo de medir realmente los parámetros de popularidad, conocimiento y confianza de los aspirantes. Empero, no solo se ha negado esa posibilidad, sino que no cuadra o existe una simetría de un espiral de sondeos que circulan y que están plenamente reconocidos por el órgano electoral.
Ha llegado el momento de que Morena priorice un nuevo mecanismo de elección. El método primario es, hasta ahora, el recurso que más se apega a una realidad de acuerdo con lo demandante que ha constituido la solicitud dentro del seno morenista. Además de abrir la confianza, dará mayor certidumbre y acotará las versiones del favoritismo al designar a los abanderados.
Con este serían tres procesos electorales que experimentarían el mismo método de la encuesta. A pesar de que Mario Delgado ha prometido legitimidad, cabe la posibilidad de una simulación, o como fue el caso de Michoacán donde una decisión unilateral dejó fuera al favorito Cristóbal Arias Solís.
Si realmente hay deseo por democratizar los métodos, entonces los organismos internos de Morena deben, a la brevedad, trabajar para reformar los estatutos modernos y vanguardistas que cumplan, eso sí, con la responsabilidad de elegir al mejor y no a improvisar, como suele suceder en muchos puntos donde se valida un perfil que eleva sus posibilidades por el único hecho de competir con la marca.
Quizá eso en un momento llegue a ser insuficiente. El presidente Obrador llegará a la etapa que se retire y realmente Morena quedará a merced de los grupos internos que responden a otro interés que al proyecto de nación. Por ello, una elección primaria sería la solución no solo porque reinaba la tranquilidad, sino que legitimaría más al candidato de la 4T sin simulaciones ni favoritismo.
Estoy completamente seguro que, ni los punteros de las encuestas que hoy circulan, se sienten confiados porque el ejercicio no les garantiza nada.
Una vez seleccionado el perfil, no hay nada qué hacer; si la determinación viene desde el más alto nivel la respuesta tradicional será la misma: “el pueblo fue quien decidió”. Por ello, basado en la premisa operativa superflua, el diseño debe ser otro que no sea tan cuestionable y facilite el verdadero pulso de la población entre simpatizantes y militantes de la expresión lopezobradorista.
Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor
de la realidad “democrática” en Morena
° Morena debería priorizar un nuevo mecanismo de elección, ya es momento.
Por Javier Lozano
Es la cuarta ocasión que abordó el tema de la encuesta en este espacio de reflexión. Me pareció prudente luego de conocer algunos detalles del registro de aspirantes para ocupar la candidatura en las próximas elecciones del 2022 donde, Morena, es el gran favorito para ganar 5 de 6 entidades de acuerdo con los estudios de opinión anticipados.
Y para conocer algunas peculiaridades, no me causó estupor el numeroso grupo de hombres y mujeres que se registraron en el mecanismo de selección de Morena a través del Comité Ejecutivo Nacional; en particular, me llamó poderosamente la atención el estado de Hidalgo donde más de 50 suspirantes se mantendrán a la espera del resolutivo final para estar al tanto del abanderado.
Imagine usted la cantidad de solicitudes y documentación. Es válido porque, se supone, hay pluralidad y democracia en los instrumentos metodológicos, sin embargo, me parece una exageración. Honestamente la inmensa mayoría de esos aspirantes ni en su casa los conocen; desde la perspectiva de arrastre y poder de convocatoria más de la mitad no garantizarían, a pesar de la marca del partido, votos a la causa de la expresión lopezobradorista.
Esto ha dado pie a que, el desarrollo de la encuesta se convierta en un mecanismo de sometimiento hacia los candidatos que realmente tienen una oportunidad inmejorable. Se trata de un ejercicio o una práctica política para negociar o posicionarse en puestos de primer nivel; muchos se anticipan para promover su imagen, pero no son capaces, al menos en un proceso democrático, de potencializar la competitividad.
Mario Delgado podrá decir que en Morena manda el pueblo. Quizá tenga mis dudas: aún tengo presente la ignominia que sufrió Cristóbal Arias en Michoacán cuando ganó 42 encuestas a priori y perdió la definitiva en Michoacán. Al mismo tiempo, no hubo coherencia en Guerrero y Chihuahua.
Otro aspecto que permeó fue la poca transparencia o, tal vez, nula. Probablemente si las metodologías o los resultados fuesen publicados habría más certeza al cumplir con el objetivo de medir realmente los parámetros de popularidad, conocimiento y confianza de los aspirantes. Empero, no solo se ha negado esa posibilidad, sino que no cuadra o existe una simetría de un espiral de sondeos que circulan y que están plenamente reconocidos por el órgano electoral.
Ha llegado el momento de que Morena priorice un nuevo mecanismo de elección. El método primario es, hasta ahora, el recurso que más se apega a una realidad de acuerdo con lo demandante que ha constituido la solicitud dentro del seno morenista. Además de abrir la confianza, dará mayor certidumbre y acotará las versiones del favoritismo al designar a los abanderados.
Con este serían tres procesos electorales que experimentarían el mismo método de la encuesta. A pesar de que Mario Delgado ha prometido legitimidad, cabe la posibilidad de una simulación, o como fue el caso de Michoacán donde una decisión unilateral dejó fuera al favorito Cristóbal Arias Solís.
Si realmente hay deseo por democratizar los métodos, entonces los organismos internos de Morena deben, a la brevedad, trabajar para reformar los estatutos modernos y vanguardistas que cumplan, eso sí, con la responsabilidad de elegir al mejor y no a improvisar, como suele suceder en muchos puntos donde se valida un perfil que eleva sus posibilidades por el único hecho de competir con la marca.
Quizá eso en un momento llegue a ser insuficiente. El presidente Obrador llegará a la etapa que se retire y realmente Morena quedará a merced de los grupos internos que responden a otro interés que al proyecto de nación. Por ello, una elección primaria sería la solución no solo porque reinaba la tranquilidad, sino que legitimaría más al candidato de la 4T sin simulaciones ni favoritismo.
Estoy completamente seguro que, ni los punteros de las encuestas que hoy circulan, se sienten confiados porque el ejercicio no les garantiza nada.
Una vez seleccionado el perfil, no hay nada qué hacer; si la determinación viene desde el más alto nivel la respuesta tradicional será la misma: “el pueblo fue quien decidió”. Por ello, basado en la premisa operativa superflua, el diseño debe ser otro que no sea tan cuestionable y facilite el verdadero pulso de la población entre simpatizantes y militantes de la expresión lopezobradorista.
Javier Lozano en Twitter: @JavierLozanoMor