Escribe: Javier Lozano
Hace más de seis años, sabemos, empezó una etapa histórica con el triunfo democrático de Morena en las urnas. Con ello, bajo ese mismo efecto, llegó la victoria en la mayoría de distritos que, a lo largo y ancho del país, abanderaron cuadros comprometidos con el proyecto que encabezó Andrés Manuel López Obrador. Eso, como tal, ratificó el compromiso de aquellos precursores de la lucha social que siempre pintó como un vehículo de transformación en pro de los sectores más vulnerables de México.
Con ello, rápidamente, se afianzó el proyecto de transformación que, de la mano de hombres y mujeres entregados a la causa, le fueron dando sentido a la plataforma alternativa que representa Morena. Entre ellos, evidentemente, el trabajo que lleva a cabo— me atrevo a decirlo así— uno de los hombres claves para la consolidación de la 4T como Ricardo Monreal. Él, además de romper el paradigma político de legislar, hizo de la Cámara Alta un espacio plural y, con ello, un punto de encuentro para que las distintas expresiones, a través de la participación, tuvieran voz. Todo ello, inspirado en la democracia participativa del pueblo de México, fue gracias al empeño de Monreal durante su paso como coordinador de la fracción parlamentaria de Morena, lo mismo que la Presidencia de la Junta de Coordinación Política.
Todos, incluidas las fuerzas de oposición, reconocieron el liderazgo de Ricardo Monreal durante su paso como líder. Aunque, lo más importante de ello, fue el quehacer arduo que realizó a favor de las reformas constitucionales que propuso en aquel entonces AMLO. De igual forma, Ricardo Monreal, por su condición de líder, asumió la responsabilidad de diversas tareas que fortalecieron las bases de un Senado de la República que, como tal, estuvo siempre a la altura de las circunstancias. O sea, Monreal, a lo largo de su encomienda, le dio forma y sentido a toda una estructura técnico-operativa que es indispensable para el funcionamiento. Las mismas instituciones que se encargan de evaluar la transparencia, calificaron, en su totalidad, como una rendición de cuentas claras que, a la postre, tuvo reconocimientos públicos. De hecho, no se hizo ninguna observación que pudiera poner en entredicho el trabajo.
Todas las licitaciones y contrataciones, que fueron indispensables para la operación y funcionamiento del Senado, son transparentes; jamás se impuso un contrato. Todo se verificó y auditó conforme a los lineamientos de las instituciones encargadas de vigilar el techo presupuestal del Senado de la República. Por ello, lo digo de esa forma, no esperábamos las declaraciones que hizo el actual coordinador de la Cámara Alta, Adán Augusto López Hernández. A la vista de todos, de hecho, se trató de una narrativa fuera de la realidad. Monreal, con documentos en la mano, puede comprobar que— la información que se generó en voz del ex secretario de Gobierno— no tiene una base sólida de fundamento. Hoy en día, desde luego, la vigilancia que existe es muy estricta. El mismo Monreal, a propósito de ello, ha mostrado pruebas de la transparencia que, ya lo hemos dicho, fueron calificadas, en la rendición de cuentas como claras.
Monreal, de manera muy clara, explicó los mecanismos que llevaron a cabo en cada proceso administrativo. Eso, en términos más simples, es la manifestación más nítida de qué no se le puede atribuir ninguna irregularidad, en especial cuando hay auditorías, evidencias fechadas y una praxis que, déjenme decirles, sale a flote con la responsabilidad política que ha demostrado Ricardo Monreal a lo largo de su carrera. Para tal efecto, este punto no debe escalar a otras latitudes, máxime en el momento que existe un andamiaje y un control minucioso que vigila cada movimiento financiero, contratos, licitaciones y todos aquellos que tengan que ver con gasto en contrataciones.
Puede ser que, como tal, esto se deba a un tema político por todo lo que se juega en el protagonismo de las reformas constitucionales, pero, de igual forma, en la atención de los reflectores para acaparar el interés con miras, ya, al proceso sucesorio del 2030. Recordemos que, hace unos meses, Ricardo Monreal, una y otra vez, sufrió la andanada y el fuego amigo al interior. Fueron golpes duros e intentos de emboscadas mediáticas para quitarle la coordinación de los Senadores. Muchas de esas concepciones, incluso, podemos llamarlas como canalladas provenientes del propio seno del movimiento. Empero, Monreal, además de soportar el impacto de la metralla que, con rigor, intentó debilitarlo en la carrera por la presidencial, salió avante. A pesar de la intensidad, jamás, si, jamás, pudieron doblegar al zacatecano que, en sí, está acostumbrado a luchar contra la adversidad, sobre todo donde reina la responsabilidad de un precursor de la lucha democrática del país. Él, a propósito de ello, hoy juega un papel preponderante en la aprobación de un tramo importante de reformas constitucionales que, a la postre, son el gran sostén de las políticas públicas del país.
Así que estas declaraciones, carentes de fundamento, no tienen ninguna repercusión negativa; es decir, no hay agravio, ni mucho menos daño al presupuesto que se ejerció en la pasada administración. Monreal, fiel a ese estilo, hizo que todo se transparentara con documentación firmada y sellada de recibido que, por si fuese poco, fueron reconocidas por las instituciones y auditorías, como mecanismos claros y transparentes. Y sí: el zacatecano ha salido a tranquilizar la oleada mediática que salió desde la tribuna del Senado. Fue, además de un posicionamiento firme, un pronunciamiento de un hombre honesto y recto como Ricardo.