Por: Javier Lozano.
Hace unos días hicimos una pequeña reflexión sobre las características o los aspectos intrínsecos con que nació Morena después de haber librado batallas de lucha democrática del país, pues la actitud siempre propositiva del Presidente Obrador y todos aquellos precursores son el hito que, durante una época importante, se han mantenido firmes con el mandatario, incluso en las buenas y en las malas por más de 25 años sin medias tintas ya que ahora se han convertido en referentes del movimiento desde el Legislativo federal.
Pero Morena ha navegado en un trayecto en el que parece haberse extraviado, ya que ha puesto de manifiesto una pérdida de identidad que comentábamos hace un par de días. No puede ser posible que los dirigentes del partido lleguen al grado de no reconocer lo que realmente acontece, sobre todo porque cada vez se agudizan los problemas internos por falta de responsabilidad.
Los dirigentes del partido no han sido capaces de construir un partido que esté a la altura de las exigencias del pueblo. Y hablamos de la sociedad, aquellas bases que salieron a refrendar el respaldo al presidente en 2018, 2021 y 2022 donde Morena dominó las elecciones en la mayoría de las entidades.
Y la misma sociedad ha manifestado ese tipo de inquietudes.
Un ejemplo fue lo que pasó en las asambleas para elegir consejeros nacionales; a pesar de las inconsistencias e irregularidades que se vivieron, Mario Delgado tomó una actitud simplista totalmente fuera de la existencia, tanto así que asegura que lo que se vivió fue “una fiesta democrática” cuando la realidad es otra porque, las propias reglas con las que participaron, se prestaban para influir negativamente a través de compra de voluntades, acarreo y manipulación.
Hoy, todavía es momento en que no se publican los resultados oficiales.
Y esto suele pasar en otros partidos, aunque Morena o particularmente aquellos que generaron un clima tramposo de oportunismo dentro de las asambleas, son las que están contaminando el movimiento.
No podemos cegarnos a esa realidad porque Morena debe aprender a construir un verdadero partido que, incluso, ha demandado las bases tanto en las reglas de participación como en la toma de decisiones. No puede ser posible que un partido que nació como una alternativa distinta caiga en las formas tradicionales que son consideradas antidemocráticas.
Otro de los aspectos que Morena debe poner énfasis, es en construir un proceso de unidad. Es obvio que no existe o por lo menos es parcial ya que cada vez es más evidente la guerra sucia que proviene en el seno morenista.
En efecto, voces como la del propio Fernández Noroña han hecho hincapié y es algo que vale la pena abordarlo porque no ha sido el único.
Asimismo, algunos aspirantes a la Presidencia de la República dentro de Morena se han defendido pacíficamente de esos hechos. Alzaron la voz y, con justificación, exhortaron al partido a garantizar piso parejo tanto en el trato, como en los mecanismos de selección de abanderado luego de lo que aconteció en Toluca hace un par de meses en que predominó la exclusión ya que eso no coincide ni muchos menos se asemeja a los ideales de Morena.
Lo ideal es que el partido tenga una apertura democrática y no influyentísimo. No puede haber favoritismo porque eso significa una traición a los principios; a esto hay que sumarle que, con un impulso mediático y de marketing también muy notable, tratan de posicionar la imagen de una “corcholata” pues resulta más que evidente.
Eso genera, yo lo dijimos, un ambiente confuso y contaminado que solo provocará sino corrigen esa situación, una polarización y posibles fracturas internas de cara al proceso de elección porque los aspirantes llegarán en condiciones desiguales al enfrentar un ejercicio donde la cargada y la intromisión son una mezcla de factores que ya se están empleando.
Considero que la propia dirigencia de Morena está más esperanzada a lo que el propio Presidente López Obrador pueda seguir repercutiendo con su efecto y aprobación; entiendo perfectamente el lazo fuerte que los une, pero tendrá que llegar el momento en que ya tome un rumbo sin él, teniendo en consideración el término de su sexenio y su retiro de la política y los reflectores.
Esa etapa la resentirá el partido; por ello, es determinante emprender el cauce desde este momento. El partido debe abrir los canales de comunicación y tomar en cuenta a los verdaderos constructores del proyecto, aquellos que defendieron la lucha democrática del país, y que tienen el derecho, por supuesto, a levantar la voz cuando se observan anomalías.
Morena debe entender que, tanto el discurso como los hechos, son una fórmula inminente para que prospere el partido antes de que se desgaste la retórica cotidiana y tradicional de sus dirigentes que han perdido la brújula de la esencia de un movimiento del pueblo.
No han estado a la altura, eso es una realidad.
¡Morena es del pueblo!.
Notas finales: El líder de la fracción de Morena en la Cámara Alta respalda la política de seguridad del Presidente Obrador y la calificó como acertada. De hecho, ha mencionado que, en observancia del constitucionalismo mexicano, en caso de que se pretendiera modificar la naturaleza jurídica de la Guardia Nacional, del carácter civil al carácter militar, duda se requeriría de una reforma a la Carta Magna, pues en la jerarquía de leyes prevalece ésta por encima de cualquier otro ordenamiento jurídico ordinario o reglamentario.
Asimismo, se ha anunciado una iniciativa para reformar la Constitución en materia de Guardia Nacional, de la cual estará atento el Senado para ofrecer un debate amplio, reflexivo y respetuoso, a fin de lograr lo mejor para nuestra nación. De hecho, el presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta argumentó su postura al señalar que el artículo 21 constitucional establece que la seguridad pública es una función del Estado a cargo de la Federación, las entidades federativas y los municipios.
Por ello, los fines de la legislación son salvaguardar la vida, las libertades, la integridad y el patrimonio de las personas, así como contribuir a la generación y preservación del orden público y la paz social, de conformidad con lo previsto en la Constitución y las leyes en la materia, así lo aseguró.