Por Javier Lozano
Hay motivos suficientes para dar un giro total a los mecanismos de selección en Morena para realizar designación de candidatos a puestos de elección popular.
Y es que luego de una serie de irregularidades desde la Comisión Nacional de Encuestas, que es la que supuestamente determina la ponderación de un instrumento que jamás se ha transparentado, es necesario acudir a otro tipo de recursos que realmente garanticen la democracia.
A pesar de que insistan en conservar la encuesta como la única opción para tomar determinaciones, aparecen propuestas que coinciden con la voz de miles de militantes y simpatizantes de Morena donde hay justificaciones de que hubo alguna determinación injusta. Eso, en su momento, detonó reclamos a la dirigencia que justifica “que es el pueblo quien decide”. Lo peor de todo es que ni siquiera la población conoce la dinámica, ni mucho menos el procedimiento para que realmente sean confiables.
Sin duda eso se ha prestado a la manipulación desde los órganos internos del partido que se supone deben hacer valer la voluntad del pueblo.
Pasó en Michoacán y Ciudad de México en 2018. El primero, un verdadero desaseo interno porque resultó ganador un perfil que ni siquiera le pisaba los talones a Cristóbal Arias en Michoacán– que estuvo en la cima de las encuestas, inclusive de las preferidas que presume Mario Delgado en sus redes sociales.
El nativo de Churumuco dominó 42 estudios a priori de pies a cabeza; en cambio, de nada sirvió: un manotazo complaciente sobre la mesa y se inclinó la balanza a Raúl Morón, que pese a ello se quedó sin candidatura por una sanción del INE.
Y como la política es el arte de lo posible, Claudia Sheinbaum salió en primer lugar en la “encuesta” de Morena” que, incluso, jamás se publicó en 2018. Curiosamente ganó cuando estuvo muy por debajo de 21 encuestas que no le favorecían; siempre se mantuvo lejana al puntero y, finalmente, la magia de las encuestas la convierten en candidata.
Casos como esos hay muchísimos en estados, municipios y distritos a lo largo y ancho del país. Es muy difícil recolectar las anomalías; por ello, las que más recuerdo son las que cité en el fragmento anterior porque todavía no puedo dar crédito de ello. En Michoacán- el ahora senador Cristóbal Arias- estuviera despachando en Palacio de Gobierno, y Claudia Sheinbaum no sería la jefa de Gobierno de la Ciudad de México si se hubiera procesado realmente el pulso de la sociedad.
No fue así. Quedó un sabor amargo, sobre todo en un mecanismo que se ha documentado no es democrático porque pueden ser fácilmente manipulables. No hay nadie quien garantice una transparencia ya que se han negado a publicar la metodología para detallar cómo se tomó la decisión.
Por tal motivo, Morena y los órganos de dirección están en el momento idóneo para cambiar el paradigma tradicional y romper, de una vez por todas, con la especulación y la suspicacia. Se debe de tomar en cuenta las opiniones y propuestas ya que el movimiento es una expresión plural donde tiene que reinar la apertura de los puntos de vista distintos, que no pueden ser minimizados- pues se trata de militantes fundadores.
La encuesta es un mecanismo desgastado
Luego de haber justificado que la encuesta es un mecanismo desgastado, llega una propuesta que puede echar raíces con una elección primaria que, sin duda, es una alternativa viable para las necesidades del partido, especialmente para la competencia interna de Morena que se antoja será reñida entre los presidenciables.
Lo mejor que puede hacer Morena es, hoy por hoy, garantizar un proceso transparente y democrático a los presidenciables donde realmente sea la población quien decida. De hecho, el propio INE puede perfectamente organizar el ejercicio para que el papel se torne auténtico y en apego a la esencia del partido de no mentir y no traicionar; sobre todo para quienes voten sea respetada su voluntad.
En pocas palabras, voto secreto, directo y universal.