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6 diciembre, 2024
PRESENCIA DE MICHOACÁN

Las intrigas merodean en Palacio Nacional.

 

Escribe: Javier Lozano

Hasta las inmediaciones de Palacio Nacional suele haber un intercambio de posturas quizá de mucha gente cercana al presidente que, tal vez con un tono malintencionado, tratan de persuadir al mandatario con intrigas y fabricaciones o verdades a medias bajo la consigna de involucrar en la grilla a propios actores de la llamada Cuarta Transformación y procurar conseguir una mala percepciones a fin de generar una rivalidad o distanciamiento con tintes o interés políticos.

Asimismo, la prensa alcanza a especular y, con la intervención del presidente en las mañaneras con fines de réplica a preguntas expresas, tratar de encontrar una respuesta que puede ser utilizada de propaganda, incluso, para promover campañas negativas y dar un golpe fulminante tanto al trabajo que desempeñan, como alguna aspiración a posteriori.

Saben el peso específico que tiene la voz del presidente en una tribuna que acapara los reflectores de millones de mexicanos cada mañana. Así, puede ser inevitable o difícilmente complicado quitarse el estigma si saliese una postura del mandatario. Sin embargo, López Obrador es sumamente inteligente; sabe cuándo un cuestionamiento posee un sesgo político en su planteamiento. Es imposible que, el propio Andrés Manuel, caiga en ésta dinámica.

A pesar de que, en Palacio Nacional, rondan las intrigas el presidente se guía por el instinto, más no por el efecto. En otras palabras, difícilmente puede caer en una maniobra o fabricación para desatar una crisis interna.

Eso ratifica que, hace unos días, el presidente no estaba enterado del golpe de timón que tres legisladores trataron de operar con el pretexto de revisar una comisión especial del caso de José Manuel del Río Virgen. No sabía el trasfondo; a todas luces intentaron aprovechar la coyuntura y buscar, con intrigas, remover al coordinador de los Senadores de Morena.

Si hacemos una rápida retrospección, podemos descifrar que, los senadores, actuaron con malas intenciones y lograr, con una crisis de esa naturaleza, inclinar la balanza presidencial a otra causa, no obstante, no les funcionó. Rápidamente entró para mediar el asunto el secretario de Gobierno, Adán Augusto.

Con el afán de dejar las cosas claras y ratificar el liderazgo que encabeza el coordinador de los senadores se reunió con él en su propia oficina. Además de ello, poco a poco se fue desnudando la forma estratégica para buscar alternativas de asistencia a una reunión que fue convocada el pasado viernes que, al final, fue suspendida o quizá disuelta por el propio presidente porque no habían dimensionado el costo altísimo que podían llegar a provocar si se dividía la fracción de Morena en dos columnas.

Incluso en la propia plenaria el secretario de Gobierno mandó un mensaje de unidad y refrendó el papel clave de su coordinador, Ricardo Monreal. Además de ello, fue contundente a seguir insistiendo porque, en puerta, hay dos proyectos de suma importancia para el presidente López Obrador. La Reforma Eléctrica y Electoral son, por mucho, el elemento que consolide el gobierno del tabasqueño.

Por esa razón, qué nadie se autonombre defensor del lopezobradorismo cuando, en los hechos, todos han demostrado capacidad y lealtad. Intentaron atribuirse egoístamente una especie de expresión que, rápidamente, se evitó con una reacción oportuna del titular de Bucareli seguramente por instrucciones del mandatario.

La clave radicó en dos puntos importantes: garantizar el proyecto de transformación y romper con cualquier prejuicio o percepción con un intento ni más ni menos de favorecer las intenciones presidenciales que fue fácil de percibir tenían tres senadores de Morena.

Primero, poner contra las cuerdas al coordinador y neutralizarlo a sabiendas del poder político que posee y las inmensas posibilidades de abanderar el proyecto de la sucesión presidencial en 2024 con Morena. Asimismo, un segundo aspecto era, a todas luces, tender la alfombra a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México a través de un golpe contundente en el propio epicentro del Senado de la República, lugar que domina ampliamente el zacatecano.

Les falló la estrategia. Después de todo, paradójicamente él actor que más se fortaleció fue, precisamente, el coordinador de los Senadores, Ricardo Monreal.

Con ello, se rompe cualquier especulación. Todo se ha tratado de un fuego amigo. Han intentado desprestigiar y generar una mala percepción a través de intrigas. Pretenden convencer al presidente al intentar provocar una crisis; hay voces desde el pasado 6 de junio que no fueron capaces de conquistar al electorado en las alcaldías de la Ciudad de México; asimismo, hubo exceso de confianza y nula operación y, malamente, trataron de buscar culpables con teorías conspiratorias lo que nos hizo sospechar realmente el trasfondo.

Sin embargo, lo mejor de todo es que, el presidente, no les compró esa hipótesis. Él, desde hace 25 años, sabe perfectamente quienes han tenido lealtad incondicional con el proyecto. A pesar de que hubo otros confines, López Obrador no entró al laberinto de especulaciones y, con determinación, operó a través del secretario de Gobierno para poner fin a cualquier desobediencia en el Senado que trataron de cultivar una crisis.

Y si no les quedó claro a los tres senadores, hace un par de días el presidente López Obrador respondió el papel clave que juega Ricardo Monreal en este programa. Con ello, se ventila que no hay división ni distanciamiento; el zacatecano tiene las puertas abiertas en Palacio Nacional.

Lo demás, fueron intrigas que merodean con un sabor o gesto de una sucesión presidencial adelantada que, desde este momento, intentan meter zancadilla para frenar una aspiración legítima y potencialmente atractiva desde el Senado de la República.

 

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