+ El propio presidente en la segunda mitad de su sexenio puso el ojo en Adán Augusto y, a partir de ahí, la secretaría es, en los hechos, una eficiente institución
Por Javier Lozano
Adán Augusto, político serio pero eficaz. Desde luego que para muchos causó sorpresa su designación como secretario de Gobierno, aunque, para otros, no fue un estupor sino una maniobra política del mismo presidente López Obrador que más allá de la buena relación que sostiene con el encargado de la política interna del país —conoce perfectamente las habilidades y la eficiencia del responsable de Bucareli.
Sabedor de sus atributos ha sido, hasta ahora, su más eficiente operador en temas coyunturales de la agenda pública. Sin embargo, antes de eso, el propio secretario sabía perfectamente la tarea que sostendría para revitalizar una Secretaría de Gobierno que estaba bien representada con Olga Sánchez, pero— no con la libertad de tomar decisiones donde, por mucho, estuvo ajena en puntos sustanciales.
Quizá en la última tarea de alto nivel y calibre que le encomendó el presidente, falló: no supo llegar a ningún acuerdo político con la oposición para lograr una sesión extraordinaria en la permanente sobre el punto de los términos secundarios de la Revocación de Mandato y, seguramente, ese fue uno de los detonantes para agilizar su salida.
Desde luego que el propio presidente en la segunda mitad de su sexenio puso el ojo en Adán Augusto y, a partir de ahí, la secretaría es, en los hechos, una eficiente institución— sí con un espiral de responsabilidades, pero con mucha visión de campo donde, hasta ahora, ha sabido superarla con categoría.
Viaja y se reúne constantemente con los gobernadores en turno; tiene total libertad para tomar determinaciones que garanticen, en lo inmediato, acciones y soluciones. Hasta ahora, nadie ha podido refutar ni objetar su labor; él está presente en todas partes, incluso, en poderes donde se tomarán decisiones fundamentales a posteriori.
Es el caso del Senado de la República. Si no me equivoco, es la quinta o sexta ocasión que visita la cámara alta; se reúne con la Junta de Coordinación Política y otras veces con los líderes de las fracciones en conjunto. Pero, en todas las ocasiones, siempre es recibido por Ricardo Monreal.
Es natural que eso suceda: Ricardo Monreal tiene dos funciones que cobran la mayor importancia en la Cámara Alta; ambas de mucha responsabilidad de gestión y organización. En calidad de presidente de la Junta de Coordinación Política y como líder de los Senadores de Morena— ha mostrado capacidad y equilibrio justo en los momentos donde más se requiere habilidad.
Tengo la impresión, si no me equivoco, que el propio Adán Augusto además de revisar la política legislativa para dar cauce a los proyectos que envió el presidente es, hasta ahora, un mediador del asunto para consolidar la unidad y, con esa oportuna intervención, ha garantizado un pacto de civilidad que garantizaría, a futuro, buenos términos en la sucesión presidencial donde Ricardo Monreal es, por mucho, el gran favorito de Morena desde distintos ángulos.
Seguramente otros dan por hecho la llegada de Claudia Sheinbaum a la candidatura aunque, a mi juicio, no. La jefa de gobierno es, académicamente, una mujer excepcional pero como política en este tramo es ampliamente superada por Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard.
En política eso importa y vale muchísimo. Quizás dirán que es la favorita del presidente aunque el propio mandatario dijo que no y hay que creerle. Con ello, la jefa de gobierno corre el riesgo de llegar desgastada a la fase previa y derrumbarse en el trayecto; hay quienes no saben sostener esa inercia y terminan por desdibujar su aspiración.
En cambio, a Ricardo Monreal le veo con más capacidad y poder político. Hacia dentro de Morena puede, en un corto plazo, ganar más terreno y captar en demasía cuadros y referentes políticos en todo el país. Tiene en sus manos una tribuna inmejorable que, en tres años, supo canalizar la buena perspectiva como líder insustituible en la Cámara Alta a través de consensos y negociaciones en donde tiene mucho oficio.
Todo ello, porque cualquier tópico nos lleva a la sucesión presidencial. No se habla de otro tema. El presidente decidió adelantar la pelea hacia el 2024 y, con esa perspectiva, quedamos a merced de los asuntos políticos que nos puedan dar una señal de lo que está aconteciendo.
La visita de Adán Augusto no es una coincidencia; quizá tenga algo relacionado con la agenda de trabajo. Sin embargo, ambos saben perfectamente lo que viene a futuro y lo que tendrán en sus manos de aquí a dos años y medio. Con esa premisa, el secretario de Gobierno tiene plena convicción que Ricardo Monreal es un fuertísimo presidenciable de cara al 2024.
Esa impresión es, hasta ahora, la crónica de una sucesión adelantada, pero lo de Adán y Ricardo forma parte de una operación minuciosa de Palacio Nacional para ratificar el buen vínculo y los puentes de coordinación del presidente— los que siguen siendo, hasta este momento, de mucho respeto y trabajo en la estrecha relación inquebrantable.
Justamente el secretario de gobierno sabe que Ricardo Monreal es un político en ascenso. Se ha consolidado y ha mantenido, por mucho, un nivel político suficiente como para quedarse con la candidatura de Morena. En otras palabras, continúa abriendo camino hacia adentro. Esa es una manera de entender y comprender tantas visitas de Adán Augusto al propio epicentro que domina el zacatecano.